Un obstáculo epistémico en los inicios actuales de un análisis

(…) la vida, bajo el evangelio del desarrollo personal,
es una enfermedad identitaria crónica”1
Eudald Espluga

 

En un artículo reciente, Clotilde Leguil2 dice que la práctica del psicoanálisis en estos comienzos del siglo XXI tiene por delante un “obstáculo epistemológico nuevo”. En su opinión, este obstáculo epistemológico va en paralelo con lo que ella llama la inflación del yo o “la creencia en la identidad”.

He seguido este argumento en varios textos tratando de entender a lo que Leguill se refiere con esa afirmación rotunda del “obstáculo epistemológico”. Al respecto, me han interesado mucho una serie de textos de psicoanalistas y colegas de la ECF porque permiten sacar provecho de uno de los ejes de las Jornadas de la ELP en Bilbao que habla sobre el “inconsciente aún”. Esos textos a los que me voy a referir estudian las dificultades actuales para producir el sujeto en los comienzos de un análisis teniendo en cuenta las nuevas modalidades de denegación o rechazo del inconsciente.

Así, por ejemplo, Monique Amirault3, psicoanalista y colega de la ECF, se quejaba recientemente de que nadie protestara porque en las recientes políticas públicas en materia de Salud Mental se prescindiera de la dimensión del sujeto del inconsciente. No obstante, lo que a ella le llama la atención de esa posición política en la gestión de la salud pública, no es tanto que la dimensión del sujeto estorbe, sino que se promocionan las políticas del yo y del disfrute de la abundancia de los objetos técnicos que proporciona el mercado.

En sendos textos de la misma época Alice Delarue4 y Eric Zuliani5, psicoanalistas y colegas de la ECF, entran en diálogo con Almirault y piensan que este empuje a la creencia en el yo autónomo y en la autodeterminación obligada, es el paradigma de la subjetividad de nuestro tiempo. Le dan la importancia que merece a esta opción política e ideológica porque consideran que concierne a la relación con la palabra y con el inconsciente y que por tanto toca los fundamentos de la práctica psicoanalítica.

A este respecto y por su parte, Anaelle Lebovits-Quenehen6 sostiene que estamos en efecto en la época de la reivindicación de la identidad y que, en consecuencia, lo que venimos encontrando en las primeras entrevistas son sujetos tan identificados a ellos mismos que “no hay sitio para la división subjetiva que hace emerger el inconsciente”.

La respuesta al desafío que Leguill planteaba cuando decía que la práctica analítica actual tenía por delante un obstáculo epistemológico, la he tenido que ir a buscar a la página 100 de su libro de 2018 sobre los peligros de la época para el sujeto del inconsciente 7. En concreto, el párrafo viene a decir que el Zeitgeist, el espíritu de la época pone a disposición de los ciudadanos “un saber prefabricado sobre su ser” y les ofrece “una acumulación de saber sobre sí mismos” que, dicho sea de paso, conlleva un rechazo de todo lo que tenga que ver con la condición de sujeto de cada uno.

Tal y como en efecto lo argumenta Zuliani, los sujetos actuales nos traen, pegado a su sufrimiento, un saber prefabricado por el Dr. Google sobre su conducta, sus procesos cognitivos, sus neuronas y nos quieren entonces de testigos de su identidad sin que tengamos nada que añadir que no sea la sanción administrativa de su malestar. Quieren un Otro a medida que no les plantee problemas antiguos y que les resuelvan técnicamente los disfuncionamientos de una maquinaria yoica que se ha gripado.

En este mismo sentido, encuentro la confirmación de lo avanzado por los colegas franceses en la página 12 de “Malestamos”8el libro de Marta Carmona y Javier Padilla que ha sido muy comentado en los equipos de salud mental del país. Los autores señalan un hecho de experiencia clínica que me parece que también tiene que ver con el obstáculo epistemológico. Lo que les llama la atención es la manera que los pacientes tienen ahora al llegar a las consultas. En su opinión, cuando el paciente no se siente capaz de cambiar las condiciones de vida que “acompañan a su sufrimiento psíquico” entonces echan mano de un “determinismo biológico” que ubica fuera de ellos mismos (en la genética, en el organismo, en las neuronas) la causa de su malestar.

Tal vez por esas razones, Dominique Laurent9, sostiene que si en las entrevistas preliminares lo que encontramos a diario es un rechazo del inconsciente entonces la clásica rectificación subjetiva “ya no es suficiente”. Esa denegación del sujeto del inconsciente se abre camino, añade Dominique Laurent, en la actual civilización de la ciencia porque el sujeto está “cuantificado” y esa identidad cuantificada “le sirve de sésamo” para reconciliarse con el discurso común. Laurent termina su escrito recordando que la perspectiva se nos estrecha, a su entender, cuando el paciente conjuga esa identidad cuantificada con la reivindicación del derecho al goce. Efectivamente, la práctica analítica de hoy tiene delante un obstáculo epistemológico serio.

ambeljesus@gmail.com

Jesús Ambel es miembro de la ELP y AMP.

 

Notas:

  1. Espluga, Eudald, No seas tú mismo. Apuntes sobre una generación fatigada, Paidós, Barcelona, 2021, p. 235.
  2. «Consentir à ne pas savoir, ce qu’on pense, ce qu’on dit» 
  3. «Produire le sujet»
  4. «L’argument d’Éric Zuliani»
  5. «L’argument d’Alice Delarue»
  6. «L’argument d’Anaelle Lebovits-Quenehen»
  7. Leguill, Clotilde, “Je”, une traversée des identités, PUF, París, 2018.
  8. Padilla, Javier, Carmona, Marta, Malestamos. Cuando estar mal es un problema colectivo, Capitán Swing, Madrid, 2022, p. 12.
  9. «Dire pour être»