No sin el analista*
Que la transferencia se instaure es condición necesaria para la experiencia de un análisis. Podemos decir rápidamente que será la interpretación la que soporte la transferencia y, al mismo tiempo, que la transferencia soportará la interpretación. Será por estas vías que podrá ponerse en juego el inconsciente, esa otra cosa, o esa otra escena en términos de Freud, que puede aparecer tras el telón del síntoma.
¿El inconsciente vendría puesto de casa? ¿Se trataría de una dimensión oscura en tanto separada de la conciencia? ¿Habría inconsciente antes de la entrada en un análisis? Lacan, en su texto Posición del inconsciente1, es claro en este punto: el inconsciente no es lo no consciente. Incluso nombra como “aberración” hacer equivaler el inconsciente al “círculo de lo que no tiene el atributo de la conciencia”2. De este modo, y en el camino de situar qué quiere decir para él la emergencia de un sujeto del inconsciente, va a plantear que “el inconsciente de antes de Freud no es pura y simplemente”3. Y no sólo porque Freud fuera aquel que lo situara por primera vez, sino porque “los psicoanalistas forman parte del concepto de inconsciente, puesto que constituyen aquello a lo que éste se dirige”4.
Los sujetos llegan al analista con un discurso que ignora sus causas. Que de ese encuentro se instale la transferencia en tanto “puesta en acto de la realidad del inconsciente”5es una posibilidad nunca asegurada. Así fue para Freud, y así viene siendo desde entonces. Se trata de que la estructura se efectúe, es decir, que se instale el discurso analítico haciendo girar las vueltas del dicho alrededor del decir, allí donde Lacan, en El Atolondradicho6, sitúa el objeto a en tanto inaprensible, resto y pivote de la estructura. Será a partir de ello, haciendo el analista semblante de dicho objeto causa, que podrá jugarse la partida. Así, el analista forma parte del concepto de inconsciente de cada analizante, pudiendo a su vez producirlo con su acto. Si el inconsciente emerge, en su pulsación, en su hiancia, será precisamente en relación al deseo del analista. Lacan lo dice de una manera muy bella: “el único medio para que se entreabra (el inconsciente) es llamando desde el interior”7.
Desabonados del inconsciente, sujetos por advenir que no advinieron incluso allí donde el deseo del analista hizo acto de presencia, hubo y habrá siempre. ¿Estaríamos entonces en una época desabonada del inconsciente?. Si así fuera, ¿en qué medida los analistas seríamos responsables de ello?. Retomando la afirmación de Lacan de que “no hay otra resistencia al análisis que la del analista mismo”8, apostemos por que situar las coordenadas sintomáticas de la época, o las formas predominantes en que hoy toma forma el horror a saber de aquello que nos causa, o las posibles implicaciones en nuestra práctica, no vengan a parapetar las posibilidades que tiene el encuentro con el deseo del analista. Al fin y al cabo, y parafraseando a Lacan, “el psicoanálisis (…) es responsable de la presencia del inconsciente”9.
Blanca Cervera es psicoanalista en Madrid, miembro de la ELP y de la AMP.
* Texto publicado en XII Conversación Clínica Antena Clínica Bilbao.
Notas:
- Lacan, J., “Posición del inconsciente”, Escritos 2. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 1987. ↑
- Ib., p. 809. ↑
- Ib. ↑
- Ib., p. 813. ↑
- Lacan, J., El Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 1987, p. 152. Lacan plantea: “… -la transferencia no es la puesta en acto de una ilusión que, según se supone, nos lleva a esa identificación alienante que es la de cualquier conformización, así fuera a un modelo ideal, modelo al que en ningún caso, además, puede servir de soporte al analista-, la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente”. ↑
- Lacan, J., “El Atolondroddicho”, Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós, 2012. ↑
- Lacan, J., “Posición del inconsciente”, Escritos 2. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 1987, p. 817. ↑
- Lacan, J., “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 1987, p. 575. ↑
- Lacan, J., “Posición del inconsciente”, Escritos 2. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 1987, p. 812. ↑