Es sabido que hablar hace bien, a veces. También que las palabras por sí mismas no bastan para nombrar el real que habita en cada uno. Por sí solo, hablar a alguien no garantiza que aquello que se presenta como un sufrimiento, pueda ser escuchado en su verdadera singularidad. Lacan nos hace notar que el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás. Subraya así tanto un rigor ético como la necesidad de separar el psicoanálisis de las psicoterapias, sin hacer ningún desdeño a los efectos terapéuticos que el recorrido de un análisis puede albergar.

Freud caracteriza a la experiencia psicoanalítica con el desarrollo de una lógica en la que -igual que en el juego del ajedrez- solo se conocen los movimientos de apertura y de final. Lacan precisa esta lógica al proponer el dispositivo del pase como medio de obtener un saber sobre el final del análisis y la producción de un analista; así como la práctica de las entrevistas preliminares y la transferencia como condición para el comienzo.

El punto de partida es un malestar, un sufrimiento, una queja, una marca de goce que irrumpe y toma el aspecto de un extravío. Se parte entonces de algo que no llega a tener una forma precisa para aquel que consulta y que le lleva a hacer una demanda. Junto a la «avaluación clínica» y diagnóstica, las entrevistas preliminares servirán para que el malestar se convierta en síntoma analítico, en pregunta dirigida al saber abriendo la dimensión de la transferencia.

Sin embargo, los síntomas -tal y como hoy en día se presentan-, nos interrogan en nuestra práctica. No se relacionan tanto con la falta en ser y el deseo, sino con el objeto plus-de-goce en el lugar de mando y una exigencia inmediata de satisfacción. En una época caracterizada por el derecho a gozar, donde la ciencia y la tecnología han tomado el principio de autoridad con respecto al saber, el psicoanalista tiene que vérselas con nuevas reglas del juego en las que a menudo el inconsciente transferencial queda fuera del tablero.

En la actualidad es necesario que el analista sepa leer de otra manera el síntoma para que el encuentro y el amor de transferencia acontezcan. ¿De qué modo maniobra el psicoanalista a la hora de interpretar las antinomias de las que es efecto el sujeto en su relación con el goce? ¿Cómo actualizar el concepto de transferencia y situar su lugar paradójico en el marco de las entrevistas preliminares y las entradas en análisis? ¿Cómo pensar esta operación que implica intensamente el lazo, en la época del Uno solo?

Esperamos que las XXIII Jornadas de la ELP nos permitan conversar en torno a lo que hacemos para que una entrada en análisis sea posible, así como avanzar en la manera de conceptualizar este momento crucial de la experiencia analítica en el siglo XXI.

Hasta entonces,

Marta Berenguer y Julio González,
directores de las XXIII Jornadas de la ELP

 

Ejes de trabajo

  • Malestares, demandas y puesta en forma del síntoma.
  • Soluciones singulares y diagnóstico diferencial.
  • Interpretación y transferencia a la entrada.
  • Lo singular del encuentro. El inconsciente aún.
  • Urgencias subjetivas en instituciones.
  • Comienzos de análisis en niños y adolescentes.