Las identidades cerradas a la transferencia y la fase sensible del ser
De siempre me gustó la conferencia de Lacan en Baltimore, en octubre de 1966. Rescato hoy para la ocasión esa expresión que he ubicado en el título1: “la fase sensible del ser”. En el título retomo también lo que mi amigo Luis García Montero dice sobre la actual proliferación de “identidades (…) cerradas y unidimensionales”2.
En la conferencia de 1966, Lacan nombró en efecto “la fase sensible del ser vivo” para referirse al sujeto del goce. Un sujeto al que define como” esa cosa insondable” que va del dolor al placer y que es lo que permite, en su opinión, “pensar” el ser viviente.
Para actualizar lo que tiene que ver con lo sensible, Patric Monribot, en una conferencia en Barcelona en junio del 20233, se planteaba las posibilidades del inconsciente y las dificultades de abordaje psicoanalítico en la actualidad. En su opinión, aunque todavía lo sigamos viendo en las neurosis, el inconsciente actual ya no es el inconsciente de un deseo reprimido o el de una verdad desconocida. Monribot dice que ahora nos las vemos con el cuerpo libidinal, con el cuerpo del goce y sus impulsos y que estamos pues en la época de la clínica del goce y de sus excesos.
De excesos habla precisamente Clotilde Leguil, setenta años después de Baltimore, en su reciente L´ère du toxique 4. En este libro orientador, Leguil retrata de manera brillante lo que para ella constituye una “reconfiguración de la sensibilidad”5 y un nuevo malestar en la civilización. Un malestar nuevo, naciente pero ya consolidado y que ella vincula a la “torsión” y al “desplazamiento” que tiene como consecuencia el considerar, no ya los clásicos efectos de significación y de sentido en el campo de la palabra y del lenguaje sino sus efectos en materia de “sensibilidad de los cuerpos”6.
Tal y como lo describe Leguil, este nuevo malestar tiene lugar en la civilización de la demasía, del exceso, del forzamiento, de la hiperactividad acelerada y de la permanente estimulación. Es la civilización ya anunciada por Lacan en su día7 y que Leguil actualiza en términos no ya del derecho al goce sino en términos de la obligación de gozar. Una obligación de gozar que fuerza los límites del principio del placer, que pone en dificultades al deseo y “envenena la vida”8.
Estudiar los efectos que esta nueva configuración de los discursos tiene para la supervivencia del sujeto del inconsciente y por tanto del discurso analítico me parece urgente por varias razones.
Me lo parece porque el sujeto del goce contemporáneo está siendo apuntalado por unos compañeros de viaje que son preocupantes. Me refiero a las malas compañías de la cultura del narcisismo y de los inevitables yo estadístico y yo neurológico.
Tanto Christopher Lasch, en su acertada interpretación de la actual “búsqueda de la felicidad en el punto muerto de la preocupación narcisista por el yo”9, como el escritor coruñés Agustín Fernández Mallo nos alerta de la actual transformación del “yo individual en un yo estadístico y en una identidad “creada por el espejo estadístico del big data”10. En paralelo, Anil Seth sostiene que “la conciencia es el producto del trabajo conjunto de miles de millones de neuronas que hacen que experimentemos la realidad y elaboremos en nuestra mente una interpretación del mundo que habitamos”. Para Seth, la esencia del yo es “un proceso biológico de profunda naturaleza corporal”11.
Pero hay también otra manera actual de maltratar al sujeto del inconsciente. Es el maltrato al deseo.
Para Leguil, en los comienzos del siglo XXI, el sujeto del inconsciente está “crucificado en el altar del goce sin límite”12 de manera que para ella “no se puede dirimir si hay algo de deseo en la exigencia del cada vez más goce”13.
Leguil considera que el sentimiento de fragilidad con el que se presentan actualmente las demandas de terapia tiene que ver con el principio del goce que fuerza el principio del placer haciendo daño al deseo. Deseo y goce se confunden pues en las jóvenes generaciones que soportan las nuevas formas del malestar.
Lleva razón Clotilde Leguil. En la época de la sensibilidad del ser, el deseo sigue siendo la mejor vacuna frente al virus de las identidades cerradas que envenenan la vida del sujeto del inconsciente. Para ella, en la clínica psicoanalítica, cuando el analizante encuentra la manera de decir ese goce obligatorio, “se respira mejor”14.
Jesús Ambel es miembro de la ELP y AMP.
Notas:
- Lacan, Jacques. “Conferencia de Baltimore”. El Psicoanálisis, nº 30-31, p. 28. ↑
- García Montero, Luis. «El duelo de Luis García Montero por Almudena Grandes en verso: No me quejo de verte morir entre mis brazos”. EL PAÍS Semanal, 04/09/2022. ↑
- Monribot, Patrick. “La posibilidad del inconsciente en las curas actuales. Revista Freudiana nº 99, p. 27. ↑
- Leguil, Clotilde. L´ére du toxique. Ed. Puf, París, 2023. ↑
- Ibid., p. 34. ↑
- Ibid., p. 136. ↑
- Lacan, Jacques. Kant con Sade, Escritos 2. Ed. Siglo XXI, Argentina, 1987, p. 748. ↑
- Leguil, op. cit., p. 38. ↑
- Lasch, Christopher. La cultura del narcisismo. La vida en una era de expectativas decrecientes. Capitán Swing, España, 2023. ↑
- Fernández Mallo, A., La forma de la multitud (capitalismo, religión, identidad). Galaxia Gutemberg, Barcelona, 2023. ↑
- Seth, A., La creación del yo. Una nueva ciencia de la conciencia. Editorial Sexto Piso, México, 2023. ↑
- Leguil, Clotilde., op. cit., p. 109. ↑
- Ibid., p. 109. ↑
- Ibid., p. 109. ↑