“Entonces ¿Cuándo hay análisis?…

“Entonces ¿Cuándo hay análisis? No es seguro que haya psicoanálisis porque un niño vaya a ver a un psicoanalista. No es porque un niño venga a vernos regularmente, durante un cierto tiempo, que hay análisis. Quiero decir con eso que el encuentro con un psicoanalista es una condición necesaria pero no suficiente. Para que haya análisis o un comienzo de análisis se necesita algo más. Es decir que el niño subjetivice, que haga suya la pregunta que se refiere al síntoma”.

Solano-Suarez, Esthela. “Un caso de neurosis infantil”, El carretel nº 4. Psicoanálisis con niños.
Revista de la Diagonal Hispanohablante. Nueva Red Cereda, Madrid, p. 117.

 

Sabemos que en la mayor parte de los casos son los padres o alguno de los padres de los niños los que acuden a pedir un tratamiento cuando ciertos síntomas o comportamientos hacen irrupción en la familia o el colegio y desordenan el funcionamiento que tenían, demandando la curación y vuelta a la situación anterior.

El niño es llevado a tratamiento, muchas veces sin su consentimiento, con una intención terapéutica y si el encuentro ocurre con un psicoanalista y éste se ubica como destinatario para el niño de eso que lo hace sufrir y que en general no coincide con lo que los otros plantean como el problema que debe ser resuelto, se abre la posibilidad de que a través de sus palabras, producciones mediante el juego, sueños, fantasías o dibujos el niño pueda formalizar un síntoma, aquello que para él aparece como un cuerpo extraño que lo perturba, y que se instituya la transferencia en un primer tiempo.

Solo si el síntoma toma la forma de un enigma a descifrar, de un querer decir a partir de la instalación del sujeto supuesto saber producto del deseo del analista que funcione como causa de decir, habrá posibilidad de que un psicoanálisis comience, algo de ese padecimiento se aligere y se ponga en juego lo real que encierra el goce del síntoma.

Patricia Schnirelman es socia de la sede de A Coruña, Comunidad de Galicia de la ELP.